Asistimos a la llegada del 4º Sector de la Economía que ha centrado su foco en el cóctel altamente rentable de lo público, lo privado y lo social: es la responsabilidad social empresarial, una respuesta audaz a un mercado vivaz que nos insta a posicionar nuestras empresas en valores como la cultura y la comunidad o invertir en acción social y otros diferenciales. Una vez más, la marea de la globalización nos urge a revisar los agentes y variables del ecosistema empresarial, esta vez en clave creativa.
Como dice James March, gurú del pensamiento económico contemporáneo la gran preocupación actual no es medir el PIB de un país, sino la felicidad de sus ciudadanos. Es la nueva era de la filantropía, o de las estrategias creativas de venta, según se mire. Pero aunque el objetivo sea generar valor público entorno a las marcas, la consecuencia será el incremento de la inversión social, algo de lo que potencialmente nos beneficiaremos todos.
Alertados por los vientos del cambio los economistas se esfuerzan por hacer mensurables los intangibles, y empiezan a contrastar sus indicadores tradicionales con términos como la inspiración, la emoción, la ilusión, o la pasión. Mientras los creativos más audaces se frotan las manos y comienzan a ocupar posiciones. Son, porque siempre lo han sido, interdisciplinarios y trans sectoriales y además se sienten cómodos cuantificando la emoción.
Ya es improbable ojear la prensa económica sin encontrar artículos sobre creatividad o referencias a sus ámbitos específicos de aplicación. Siendo el centro de tantas miradas y con tantos términos para intentar abarcarla (organigramas horizontales, liderazgo creativo, institucionalización de la creatividad, dinamización del talento creativo....) corremos el serio peligro de agotar su resonancia y perdernos la parte importante del mensaje; que todos somos creativos.
La creatividad es una herramienta mediante la cuál el ser humano interpreta su entorno y altera su comportamiento para adaptarse a los cambios u optimizar su rendimiento. La creatividad surge del inconformismo y de la voluntad y define actitudes no procesos. Es un músculo que se tensa con la motivación y se relaja con los prejuicios y la rigidez mental. De cómo funcione este músculo de asociar realidades y ficciones dependerá nuestra capacidad de respuesta.
En contra de la opinión mayoritaria somos todos creativos por naturaleza, lo fuimos de niños y lo somos ahora cada vez que imaginamos algo que no conocemos o escrutamos las nubes buscando formas. Todos asociamos ficciones y realidades más o menos originales y más o menos relevantes. La dificultad no está en ser creativos sino precisamente, en ser originales o relevantes.
Una buena idea lo es en referencia a un contexto. Un planteamiento puede ser válido en un ámbito amplio o concreto pero eso no lo convierte en mejor o peor idea sino en más o menos relevante.. Lo que para mí es muy buena idea puede que a usted no le sirva. Lo que aquí puede ser muy útil puede ser que allí no lo sea. Podemos tener una idea original e irrelevante o no ser originales y mejorar la vida de alguien.
Todos somos creativos. El principal freno a nuestra creatividad es psicológico. No nos sabemos capaces y además damos por supuestos supuestos que no lo están.
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