Junto al Guggenheim Bilbao proponemos una topografía costera entre parque y plaza marítima para conectar Bilbao con su Ría. Es un paisaje de lógica natural, creado a base de plataformas hexagonales que geometrizan el desnivel original para minimizar el movimiento de tierras. Partiendo de un módulo hexagonal generamos un arrecife artificial, un espacio continuo de estancias y de recreo en que los desniveles y los usos se resuelven con una única solución constructiva extraída de la naturaleza.
La propuesta pretende seguir un patrón de baja intensidad a través de varios factores: in-determinación en la definición de usos, no-agresión medioambiental, reducción de los sistemas y los materiales constructivos, bajo impacto en lo relativo a la obra y adaptación a la topografía existente para evitar un excesivo movimiento de tierras y favorecer una continuidad en los recorridos urbanos.
- ¿Por qué un arrecife artificial?
Extraemos una analogía marítima en las intervenciones de Abandoibarra y sugerimos una mediación entre el jardín y la bahía. Desde la ballena varada de Gehry, el barco de acero del Soriano, el futuro faro de Pelli y los “bloques costeros” de Moneo y de Siza. Partiendo de la condición costera de la antigua zona industrial a orillas de Ibaizabal creamos un espacio público entre parque y plaza marítima que incida en el carácter de ciudad portuaria y conecte la ciudad con la Ría. La topografía costera de la renovada zona enfatiza el papel de la Ría en la constante evolución del entorno urbano y no será arbitraria sino que su sistema de estrías dependerá de las condiciones de contorno del solar y de las ondulaciones preexistente en el terreno. Las estrías generadas por la variación de altura de los bloques permitían resolver el tránsito por los sucesivos desniveles. Las plataformas constituyen un arrecife artificial de estancias y lugares de recreo.
Apostamos por una honestidad y sobriedad extrema que enfatiza la configuración peculiar del espacio público e invita a recorrerlo. El acierto está en la premisa , intervenir en todo el paisaje con una única estrategia que genera los usos y estructuras sin romper su unicidad.
¿Por qué el hexágono?
La configuración más eficaz para cubrir una superficie lisa es el hexágono. Los mecanismos de emergencia de estructuras y organizaciones hexagonales se justifican siempre en términos de ocupación óptima de una superficie, de mínima fractura de la materia o de máxima resistencia a compresión. Desde la evolución del ojo de los artrópodos, las celdas hexagonales de los panales de abeja hasta la fractura hexagonal de la cristalización mineral, los ejemplos son infinitos. Uno de los efectos más impactantes de esta cristalización puede observarse en las rocas de la costa de Antrim en Irlanda del Norte y en menor medida en Castellfullit de la Roca (Ampurdán) en que nos inspiramos. En estos paisajes, la lenta fractura de la roca basáltica en su encuentro con el mar a creado unas sorprendentes columnatas hexagonales.
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