Más que una empresa, Cuantics Creatives es un laboratorio de creatividad aplicada a la investigación y el desarrollo, que trabaja como consultoría para empresas tecnológicas y entidades que buscan fórmulas creativas de dar a conocer sus productos y servicios, a través de las nuevas tecnologías. Su director, el arquitecto y urbanista Diego Soroa, lleva a cabo también proyectos basados en el hardware social, buscando nuevas aplicaciones de la tecnología y la biomimética en el espacio público para fomentar la creatividad ciudadana y las relaciones sociales.
¿En qué consiste el hardware social?
Yo vengo del urbanismo y la arquitectura, donde la preocupación por el espacio público es una constante. Actualmente estos espacios están experimentando una transformación que incluso hacen que nos debamos replantear su concepto. Las relaciones sociales públicas, el roce en la calle ha ido cambiando en la medida en que nuestra forma de vida cambia. Las ciudades han crecido un montón y eso ha contribuido a la dispersión urbana, por otro lado se ha producido una especialización según sus usos y tipos. Antes confluían en la calle el carnicero con el alto ejecutivo y el que vende verdura, ahora en cambio tenemos zonas tecnológicas, zonas industriales, y eso también frena la interacción urbana.
Luego está el uso propio que hacemos de la tecnología. Hay quien sostiene que internet y demás está ampliando la comunicación social que tenemos y eso no lo cuestiono, pero por lo menos lo que hace es trasladar esa comunicación del espacio físico al espacio virtual. El hecho que estemos todo el día conectados a internet con el ordenador, la pda, el móvil e incluso aislados con el mp3 hace que perdamos algo en interacción social física, en conversación en la calle.
El germen del hardware social surge con esta preocupación, con la idea de utilizar la tecnología para ayudar a recuperar el espacio público como lugar de encuentro, usarla desde un punto de vista humanista.
Esto se traduce en instalaciones interactivas situadas en espacios públicos y basadas en tecnología.
Se trata siempre de instalaciones duales. Hardware social no quiere decir poner tecnología en la calle y esperar que lo use la gente, porque una cabina de teléfonos también podría interpretarse así. Lo que pretendemos es volver a generar canales de comunicación entre lugares, pero siempre de forma pública y visible.
Imagen virtual del proyecto Tokatu. |
Vuestro proyecto Tokatu es un buen ejemplo de esto. ¿En qué consiste?
Como decía, trabajamos con la tecnología, la creatividad y el espacio público y en el centro están siempre las personas, más concretamente las emociones. Dentro de la preocupación por recuperar el rastro de los ciudadanos en la calle surgió la idea de crear un lienzo que permitiera a la gente percibir la existencia de otras personas situadas en otros lugares de una forma visual y muy básica. Quise hacerlo utilizando las manos, que es el símbolo universal de la inocencia, además de ser lo que tradicionalmente nos ha definido como individuos, con las huellas dactilares. También me interesó porque son la primera expresión artística del ser humano, en la prehistoria, los hombres y mujeres dejaban su rastro marcando la silueta de sus manos con tinta.
A partir de ahí lo que hicimos fue aplicar las tecnologías táctiles. Así, el proyecto Tokatu consiste en situar un lienzo, por ejemplo en Bilbao, y otro en San Petersburgo o Australia, y hacer que la huella que yo marco aquí, o aquello que yo quiera dibujar o escribir con el dedo, aparezca allí en tiempo real. Esta huella va desapareciendo poco a poco, de forma que se sabe quien ha escrito qué, desde donde y cuando, en un lenguaje que es universal y uniendo personas que están alejadas.
Lo que hago casi siempre es situar lienzos a nivel urbano para convertir al ciudadano en artista.
¿En qué punto está este proyecto?
Ya ha finalizado la fase de investigación y ya está presupuestado, así que podría instalarse en el espacio público en un corto espacio de tiempo. He hablado con gente de San Francisco y, para empezar, mi intención es colocar uno aquí en Bilbao y otro allí, a ver qué tal funciona.
Dentro de la edición de Disonancias 2007-08 Cuantics Creatives colaboró con la fundación Ikertia de promoción de I+D+I para desarrollar el proyecto Metrocardiograma, donde se unen el hecho de situar desfibriladores en espacios públicos con la idea de captar el pulso de la ciudad. ¿Cuál ha sido el resultado de esta colaboración?
Metrocardiograma está formado por metro, de ciudad, y cardiograma como estado de la ciudad. Me preocupa bastante el tema del pulso de las áreas urbanas, entendiendo por esto la cantidad de variables que pueden afectar a la calidad de vida en una ciudad. Ikertia quería implantar desfibriladores públicos y, dentro de Disonancias, la fundación lanzó el reto de hacer propuestas relacionadas con el pulso de las personas, así que les propuse el Metrocardiograma, un lienzo que se sitúa en espacios sin uso como las medianeras de los edificios y que refleja el pulso de la ciudad a través de unas variables que tienen que ver con la contaminación, la densidad de tráfico, el ruido, y también con otras variables subjetivas, como puede ser el resultado del partido del athletic. En función de esto, la instalación emite una señal lumínica, un susurro, como le llamo yo, de manera que sirve para concienciarnos sobre el estrés que tenemos y poderlo corregir. La idea de fondo se basa en el hecho de que el ritmo de la música afecta a nuestro pulso cardíaco, puesto que el corazón tiende a adaptarse a él. Nosotros queríamos hacer lo mismo pero con luz.
Proyecto Metrocardiograma. |
Otro proyecto que tenéis en marcha dentro del uso de espacio público es el de El día de la Ría, que se basa también en el concepto de lienzo.
La idea nace de nuestra voluntad de revalorizar la importancia de la ría el entorno metropolitano de Bilbao, que se ha ido quedando sin uso. A partir de ahí surgieron una serie de propuestas cuadradas bajo el nombre de El día de la Ría, con el objetivo de que la gente se acerque a ella y sonría. Una de ellas consiste en situar unos globos de helio gigantes para que los artistas locales los usen como lienzos esféricos, atrayendo las miradas y recuperando la ría como lugar de encuentro. El proyecto se presentó hace un par de años y gustó mucho, aunque todavía está pendiente de hacer.
La mayor parte de vuestros proyectos están enfocados a buscar nuevos usos sociales del espacio público. ¿Cómo crees que debería ser éste?
Hace poco leía una metáfora en un libro que decía que las aceras de nuestra ciudad son como el ancho de banda de nuestras comunicaciones y el espacio público son los lugares de encuentro, los foros. De un tiempo a esta parte se ha incorporado una nueva dimensión al espacio público, que es el espacio virtual. La idea es que para hacer buenos espacios en el futuro habrá que considerar esta nueva capa virtual. No se trata de exaltar lo virtual por encima de lo público, ni lo físico tampoco, sino intentar fusionarlas, y ahí aparece el hardware social, que lo que propone es crear puntos de contacto visibles y públicos entre estas dos dimensiones.
Todavía es una cosa innovadora, pero en realidad no es más que tecnología aplicada, como puede ser un martillo, lo que pasa es que llama mucho la atención, y en la medida en que el urbanista y el arquitecto son los que se preocupan por la gestión de los espacios públicos, son herramientas que vamos a tener que interiorizar.
A mi me gusta mucho hablar del papel del arquitecto en internet y el papel de internet en la arquitectura, porque creo que es una relación que no se puede obviar y que es muy fértil. También pienso que los arquitectos deberíamos tener mucho que decir en el espacio virtual porque se supone que somos expertos en gestión de complejidad, de flujos y sistemas y el hecho de crear entornos virtuales tridimensionales en los que la gente se sienta cómoda puede marcar la diferencia.
Las interrelaciones virtuales van a afectar a cómo pensamos y como vivimos las ciudades.
¿Existe el riesgo que esta tecnología aplicada a espacios públicos pueda transformarse en publicidad?
Cuando aparece el martillo por primera vez, se puede utilizar de diferentes formas. Se puede usar tanto para construir como para destruir. Yo creo que al final las virtudes o inconvenientes no están implícitos en la tecnología sino en el uso que se haga de ella.
Existe un riesgo muy alto de que sirva para buscar formas de publicidad y de spam urbano, un tema que no me interesa y del que huyo porque me parece indignante. Pero eso no depende de la tecnología sino del usuario de la tecnología, del cómo lo usemos.
Como laboratorio creativo, gran parte de nuestro trabajo es dar asesoría a centros tecnológicos y a otras empresas que tienen que ver mucho con la tecnología y a veces también con espacios públicos, así que el papel de la creatividad, cómo funciona y cómo la comunicamos me interesa muchísimo, y aquí lo de desaprender es fundamental.
Miró, que es el autor de este concepto, decía que debemos intentar recuperar la visión fresca de los niños. La creatividad es una actitud que tiene que ver mucho en modificar nuestro comportamiento y adaptarnos a los cambios que vienen. Los niños son muy creativos porque no tienen prejuicios, no tienen una estructura ni unas rutinas mentales prefijadas y se permiten asociaciones muy frescas entre todo lo que ven y lo que imaginan. Para ser creativos, para proponer nuevas interpretaciones o ver las cosas de una forma diferente hay que recuperar esa visión.
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