Al igual que tanta gente, llevo un tiempo dando vueltas al futuro de la profesión de arquitecto y para ello me he entretenido un rato recordando cómo eran las cosas en mi época de estudiante.
Cuando yo empecé en 1994 la carrera de arquitectura era muy larga. Ya en la primera charla del primer día nos dieron el dato: “la media para conseguir el título de arquitecto en esta escuela (ETSAM de Madrid) es de once años y ocho meses, y como bien sabéis esta es una carrera vocacional en la que os metéis porque os da la gana así que no os queda más remedio que poneros a currar y cuanto antes mejor.
Y vaya que si nos pusieron a currar, sobre todo en Proyectos; dedicábamos todas las horas del mundo a preparar entregas, a dibujar las láminas, y a concebir proyectos. El proceso era muy largo y había que dedicarle muchísimo tiempo.
El primer acercamiento al proyecto consistía en estudiar el programa, el contexto donde habríamos de construir y conocer a fondo las necesidades del cliente. Nos metíamos en proyecto cuando dibujando las secciones y los planos de situación y trazando los esquemas funcionales del programa. Entonces comenzábamos a detectar posibilidades y limitaciones. Ya metidos en la problemática del proyecto venía la fase de inspiración en que nos dedicábamos a imaginar alternativas y a investigar referencias. ¿Qué me gustaría hacer, cómo puedo abordar el proyecto y qué han hecho otros ante situaciones similares?
Al responder a estas cuestiones surgía la intención, lo que cada arquitecto añade a sus proyectos, o lo que es lo mismo, el dibujo de concepto. Un dibujo pequeño, un gesto o un garabato en cualquier sitio, y sin embargo el dibujo más importante de todo el proyecto porque lo sintetiza y le da coherencia. Es como una cuerda en un laberinto, que nos ayuda a tomar un rumbo sin perdernos entre opciones. Cuando te aferras a la lógica de un concepto potente puedes referir todas las decisiones posteriores (ideas) a ese concepto (desde las formales hasta las materiales, las estructurales, las funcionales).
Entonces llega el momento de testar las ideas desde el punto de vista del usuario, del vecino, del ciudadano; primero a través de bocetos en perspectiva, luego mediante maquetas rápidas de prototipado. Todas estas decisiones se iban contrastando bajo el prisma del promotor, del constructor, del fontanero, del obrero, del ayuntamiento, y así poco a poco se iba reajustando, rediseñando y redimensionando el proyecto hasta encontrar el mejor equilibrio entre todas las necesidades.
Por último había que integrar todas esas perspectivas y buscar un código visual que nos permitiera representar todo el proyecto en una colección de láminas con la información suficiente para comunicar todas las decisiones adoptadas. Esta era una labor gráfica bastante tediosa porque además sabías de antemano que nadie más que tú se detendría en ellas. Pero al final las láminas eran para ti porque se trataba de tu proyecto, de algo que habías concebido tú a base de mucha dedicación y mucha paciencia.
No sé cuantas entregas pudimos hacer durante toda la carrera. De lo que estoy convencido es que más allá de la arquitectura lo que aprendimos dejó impronta en nuestra forma de pensar. Nos educaban para identificar problemas y proponer soluciones, empatizar con la gente poniéndonos en su lugar y a adquirir varias perspectivas distintas sobre una misma realidad. Aprendimos a manejar emociones, técnicas y conceptos, articulamos hipótesis que luego bajábamos a tierra, representándolas e integrándolas con la realidad para comunicarlas y contrastarlas.
Cuando yo entré en la carrera había 3 Escuelas de Arquitectura en Madrid y en España se construía más que en Francia y en Alemania juntas. Ahora hay unas 11 y apenas se construye nada. ¿Qué pasará con toda esta gente? Pueden ofrecer las generaciones de nuevos arquitectos a la sociedad, más allá de la arquitectura? ¿Tiene sentido la arquitectura más allá de la construcción?
Yo soy muy optimista al respecto y humildemente auguro un futuro muy interesante ese 0,1% de la población. El arquitecto es experto en imaginar, proyectar y representar realidades futuras y debe estar acostumbrado a combinar variables técnicas con variables emocionales. ¿No es precisamente esa forma de pensar lo que necesitan las empresas ahora?
Probablemente la profesión y la carrera habrán de re-orientarse pero no me cuesta imaginar un futuro profesional con arquitectos echando una mano en todo tipo de empresas, como estoy haciendo yo en Cuantics. Porque el arquitecto es el “design thinker” por excelencia y esto del design thinking o pensamiento de diseño cada vez está más demandado.
De hecho en EE.UU el pensamiento de diseño (PD) se ha hecho omnipresente en los últimos cinco años porque sus potenciales aplicaciones a la empresa son enormes. Ya se han creado escuelas universitarias de design thinking, como la d.school en Stanford. Janet Rae Dupree, conocida en Sillicon Valley por sus escritos de ciencia y tecnologías emergentes publicaba recientemente un artículo en el New York times bajo el título, "Si el negocio se pone difícil, pruebe a pensar como un diseñador". No se trata de “diseñar” objetos sino de aplicar una metodología creativa a la resolución de problemas de todo tipo. Y estos son los pasos de la metodología que recomiendan.
Como veréis es una especia de método científico con variables emocionales. ¿No son los mismos pasos y las mismas variables que las del proceso de proyección del arquitecto?
Añadido después.
Acabo de toparme con el Profesor Russel Ackoff . Fue un arquitecto americano que trabajó la mayor parte de su vida hasta 2009, como consultor empresarial y pensador de sistemas. Dicen de él que fue un hombre del renacimiento, que además de la arquitectura y el urbanismo profundizó en el comportamiento de sistemas y fue una autoridad mundial en la operación organizacional. Subraya que en un sistema lo más importante es cómo interactúan las partes, y no cómo actúan por separado. Habla precisamente de las competencias del arquitecto en el pensamiento sistematico y de su capacidad para sintetizar la complejidad y someter las partes al todo. (Os dejo este video, pero os recomiendo los otros dos anteriores).
Añadido después.
Acabo de toparme con el Profesor Russel Ackoff . Fue un arquitecto americano que trabajó la mayor parte de su vida hasta 2009, como consultor empresarial y pensador de sistemas. Dicen de él que fue un hombre del renacimiento, que además de la arquitectura y el urbanismo profundizó en el comportamiento de sistemas y fue una autoridad mundial en la operación organizacional. Subraya que en un sistema lo más importante es cómo interactúan las partes, y no cómo actúan por separado. Habla precisamente de las competencias del arquitecto en el pensamiento sistematico y de su capacidad para sintetizar la complejidad y someter las partes al todo. (Os dejo este video, pero os recomiendo los otros dos anteriores).
Diego, genial que te hayas apuntado a la "invitación", a esta conversación a diferentes bandas. Y tu perspectiva, desde el pensamiento de diseño, me parece muy necesaria en este debate sobre la profesión de arquitectura. Una profesión, por otro lado, que abordo desde la ignorancia -aquí un licenciado en derecho, jeje- pero que creo que está en cuestión hoy en día para bien y para mal.
ResponderEliminarNos vemos.
Ha hecho falta "este licenciado de derecho" para que hablemos del tema. Ahora que le he hincado el diente seguiré dándole vueltas.
ResponderEliminarEsta vez he hablado de salidas profesionales para el excedente de arquitectos, la próxima me centraré más en lo que creo que será el futuro de la profesión.
Un abrazo Manu
que bueno ver la visión de la profesión desde otros angulos, soy estudiante aun pero este tipo de conocimientos son los que me animan a seguir creyendo en la arquitectura, pues para mi tambien es real para ser arquitecto hay que tener interdisciplinariedad y por eso es que luchamos cada dia, gracias por compartir rapidamente esos 11 años de carrera, ahor apara mi son solo 5, lastima. un abrazo.
ResponderEliminarEstoy convencido de que los arquitectos tenemos un futuro prometedor. Lo que pasa es que será distinto de lo que venían haciendo nuestros predecesores.
ResponderEliminarBienvenida Maryeth, mucho ánimo en la carrera y a disfrutar todo lo posible.
Navegando por internet me he encontrado con tu columna y he constatado lo que en los últimos tiempos me está rondando por la cabeza.
ResponderEliminarSoy arquitecta recién licenciada el año pasado, y al acabar me encontré con un panorama desalentador en el que es prácticamente imposible encontrar trabajo en un estudio de arquitectura.
He tenido mucho tiempo para pensar y he llegado a la conclusión de que la profesión tradicional de la arquitectura tiene sus días contados. Me ha gustado leer tu perspectiva sobre el futuro de esta profesión, ya que yo lo enfoco de una manera parecida.
Estoy pensando en hacer un máster sobre diseño estratégico del producto y orientar mi carrera hacia la empresa, puesto que creo que los arquitectos tenemos todavía mucho que decir.
Por último, solo me queda dar ánimos a los que estáis en mi misma situación y espero que entre todos le demos un giro importante a esta profesión y demostremos la valía que tenemos los que hemos estudiado esta carrera.
Gracias por parar por aquí. Estoy convencido de que tenemos un futuro prometedor. Pero vamos a tener que reinventarlo.
ResponderEliminarEl máster en diseño estratégico suena genial. ¿Tienes alguna idea de dónde hacerlo?
un saludo