Salgo de una reunión de metodología del programa "Disonancias", la tercera edición de un curioso encuentro entre artistas y empresas . En estos encuentros los "artistas" están llamados a poner en crisis las rutinas y organigramas de las empresas asistentes y además se invita a los artistas a aplicar su pensamiento de diseño" a la generación de nuevos conceptos, nuevos productos, nuevos organigramas y nuevas formas de innovación para las empresas.
No cabe dudad del interés y de la frescura del programa, (que además es pionero a nivel internacional) pero me llama especialmente la atención el hecho de que una vez más la parte "artistística" esté formada principalmente por arquitectos, y no por artistas.
Al parecer las empresas (que son las que eligen "artista") prefieren arquitectos que artistas porque además de manejar conceptos y trabajan con metodologías y con procesos estructurados que la empresa entiende mejor. Ciertamente el arquitecto está acostumbrado a gestionar la complejidad, sabe visualizarla, representarla, descomponerla y reorganizarla de forma inteligible. En este sentido y en el contexto actual de creciente complejidad y de crisis estructural, pienso a menudo que las competencias del arquitecto podrían ser aprovechadas por muchas empresas con necesidad de innovar...
Con la iglesia hemos topado amigo Sancho...
ResponderEliminar¿Artistas y arquitectos absorbidos por las empresas? Intersante y a la vez... terreno peligroso.
ResponderEliminarEsos terrenos peligrosos son muy propicios para la innovación. Pero ¿cuál es el peligro que le ves, Julen?
ResponderEliminarEn mi opinión el encaje definitivo de un artista en una empresa es improbable (seguramente imposible), pero su colaboración esporádica puede ser muy interesante. El comentario de Julen me parece muy interesante. Quería tirarle un poco de la lengua pero no ha funcionado.
ResponderEliminarSobre el papel del artista y del arquitecto en la sociedad. Entre la independencia y la supervivencia. Todo un tema para el debate.
El artista actual ya hace tiempo que fue absorbido por la empresa, seguramente por necesidad. Se empezó a aburguesar en el momento en que asumío los preceptos mercantilistas a la hora de "producir" su arte.
En cambio, curiosamente, el arquitecto en el contexto actual parece estar recorriendo el camino inverso y como dice el sociólogo Jose Miguel Iribas parece que se está proletarizando.